Este poema fue encontrado en 1932 por tres pastorcillas portuguesas de la Sierra de la Estrella. Estaba metido dentro de una caja de lata de galletas Gullón junto con un pañuelo blanco manchado de chocolate y una pistola de agua llena de ácido acetil salicílico.
La primera en leerlo fue Maria do Rosário, la mayor de las tres; ahora vive espantada en una casita de madera al borde de la Ruta de la Plata obsequiando a cuanto peregrino asoma con un beso en la rodilla y un paquete de carne asada.
La siguiente fue Adélia; mientras sus ojos recorrían el papel arrugado, mechones de pelo caían fláccidos de su rubia cabellera, y un lagrimón color violeta se deslizaba por su mejilla cual víbora insidiosa para encontrar refugio en el lunar de su barbilla, que, al sentir la humedad tenebrosa, desaparecía al instante. No se ha vuelto a saber de ella.
La última desgraciada fue la pequeña Miguelina. Su suerte fue que, todavía en la escuela, no había aprendido aun a leer todas las letras, así que únicamente pudo comprender palabras inconexas, retazos de horror. Hoy, muda por completo, regenta un pequeño baptisterio para cardenales de edad avanzada y monjas rebeldes. Ella misma les remoja las coronillas con un enorme cucharón sopero de alpaca.
El poema ha sido guardado durante todos estos años en la cámara acorazada de la Biblioteca Vaticana, cuyo acceso sólo era permitido al Santo Padre en los años bisiestos de sequía y alcanfor. La semana pasada la Santa Sede decidió hacerlo público. Este es:
Las mandarinas lloran granadas de mano
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y,
de postre, tarta de
mandarina, Peras Duquesa con hojaldre y miel... los torpedos,
obuses y granadas
que defienden tu carne cincelada...
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Nunca vi Granada. Dadle un ramo verde de
luz a mi mano... Le gustan las
naranjas mandarinas, las
uvas moscateles, todas de
ámbar; los higos morados...
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Cuando el General, con un ramo de
rosas en una mano y un habano extra fino...
(el ombligo era la cerradura de
la puerta), entró al sótano la ex mandarina...
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Lloraba como lloran
los ancianos, sin apenas mover la cara... daba igual ser
estudiante, tener veinte años y vivir en Granada, el epicentro de
la juerga...
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alguien pela mandarinas
en la ventana vecina ** Los ángeles del zaguán estaban
de cuchicheo... Las viudas lloran. ** Me recliné en la esquina de
la tarde...
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Entonces metí mis manos en los bolsillos del abrigo... su mano para ocuparse de
su dicha y apaciguar... Van al cine y lloran
la muerte de
los héroes...
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Venga a rodar las
mandarinas... Que una vaca, gallina, oveja, o lo que sea... no
... pues eran mano de
obra barata que permitía que muchas familias blancas...
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Así que en septiembre, en la misma Liga, Real Jaén, Granada y Linares, que se
quedó a las
... sorbete de
mandarina con fruta escarchada y jarabe de
limón, ...
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Ilustración: André Breton, Poem-Object (1941). MoMA.